Amarradores acuciosos, diseñan sus “patapiojas” para que adheridas a la caña del ave, dirijan su soporte con ángulo de inclinación hacia abajo; para que una vez embonada la espuela, la base de la misma, vaya dirigida hacia abajo y al final, por la curvatura del arma, la punta de la espuela quede en altura, equivalente a la de su espuela natural. Aficionados como Eduardo Granda, califican y eligen las espuelas con que combatirá el ave, observando las características en el estilo de pelea de cada uno de ellos, durante los topes dentro del galpón; y en la fecha que le corresponde combatir, llevará aquellas elegidas mediante un pausado análisis para cada uno de los gallos que les toca pelear; considerando dos espuelas, más una de repuesto en cada caso y observando la identificación correspondiente en el estuche que las guarda. Granda complementa “…hay gallos que tienen diferentes puntos. Para seleccionar el punto de mis gallos, lo hago con una sábana que la corto en varias tiras que sean trapos blancos, entonces les hago una especie de cartuchitos y los topo con ello, entonces me fijo con el color que se impregna, donde marca el gallo; hay gallos que marcan más al centro, o que marcan más adentro o que marcan más afuera, que marcan un poco más arriba, entonces necesitan más curvos; o que marcan en el medio, necesitan un cacho semi recto; entonces de acuerdo a cómo marca el gallo, le apunto el número de la placa en una libretita; registro dónde marcaron la pata izquierda y la derecha y en el momento de la pelea, reviso la libreta y el gallo numero tal, marca aquí y en el punto donde marca le pongo los cachos y da resultado…” Complementa José Silva aficionado chiclayano: “…era un aficionado que actualmente va siempre a la cancha, René Puente, que cuando apareció la calzada de gallos, se especializó como armador; hombre observador y notó que hay gallos cuyas condiciones físicas son diferentes y este señor muy observador
Manera de calzar gallos
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